lunes, 25 de julio de 2011

Ignorar no es lo mismo que ignorar...

Anoche creí despertar de un sueño. Estaba en la iglesia y solo recordaba lo que eran esos tiempos en que su bendición llegaba a cada corazón y sus palabras eran oídas en todos los rincones. Parado al fondo, recostado sobre el banco con los nudillos en el borde alcé la mirada y lo que segundos antes era borroso comencé a verlo más claro. Abrí los ojos con asombro y gire alrededor. No encontré más que caras largas, que observaban con cautela y miedo. Cuando volví la mirada al altar mis ojos comenzaban a oscurecerse nuevamente. A lo mejor una de las canciones que se escuchaban del coro logró darme calma y, quizás también, intento darme una respuesta. Necesitaba saber si era cierto lo que me estaba pasando. Estaba allí, días más tarde, y su imagen poco a poco se borraba de la memoria de la gente. Ayer lo habíamos llorado y sentíamos que nada volvería a ser igual. Nada volvió a ser igual. Pero llego un mañana, unos días después. Lo que creíamos sin solución, hoy forma parte del pasado. La vida siguió corriendo. Este es el mañana. Ese mañana que es distinto del ayer. Las lágrimas se han secado y él solo está en ese lugar que le hemos reservado, algunos, dentro de nosotros. Siempre hay un día después, un mañana, donde seguramente nos sentiremos un poco mejor y miraremos las cosas con otros ojos.

Cruce los brazos, firme y seguí escuchando…

En ningún momento deje de pensar en ella. Al principio me sentí culpable. Había ganado una gran batalla. Nunca me gusto ganar dejando emociones tensas. Por un instante, nuevamente, la culpa se apoderó de mí como siempre, por ráfagas durante el día y permanentemente por las noches. Ella volvió como una criatura que había roto su propia muñeca a pedir socorro y a reclamar su “injusto” resultado. Perdido, sin saber en qué creer, me coloqué otra vez en su lugar. A pesar de no importarle nada, y de no desperdiciar oportunidad para denigrarme, haberme endurecido en la discusión y haber salido airoso de ella me hizo volver a la lástima, a la comprensión, a la compasión. Pero… ¿Qué significaba eso? ¿Jugar con fuego y quemar a cuantos se crucen en su camino mientras no se quemara la justificaba? Era inaudito pensarlo. Me preguntó: “¿Porque me había vuelto tan frio? ¿Porque había fundido su vida y dejado mal frente a todos?”. Derramó lágrimas. Me quede entre la espada y la pared. Me sentí responsable de su infelicidad. Abrazarla y perdonar todo era volver a lo de siempre. No era una niña a pesar de que lo pareciera. “¿Perdóname - quizá pensó en su interior pero no lo dijo - porque el “tiro me salió por la culata”. Me he envenenado con mi propio veneno que era para vos. ¿No me arrepiento pero ayúdame?” ¿No hay muestra de mayor amor que olvidar todo y poner la otra mejilla setenta veces siete? Si bien alguna vez intente cargarte, se fue haciendo cada vez más difícil con tus actitudes. Con el tiempo, pensando en frio, me di cuenta que era una rueda. Giraba siempre en el mismo lugar y volvíamos a lo mismo. Terminábamos en lo mismo. Ella era un mono con un cuchillo impune de cuantos crímenes emocionales intentaba o perpetraba. Ignoro si el amor es injusto. Primero habría que plantearse si verdaderamente es amor, al menos de su parte. Jamás se preocupó si a mí algo me dolía o me molestaba. Solo importaba ella. No sé si “fue mi turno”, la cuestión fue que ayer gane. Me tocó ignorarte. Me toco decirte verdades que no querías oírlas. Me toco hacerte saber que me cansé de ser el blanco de tus ataques. Me toco aclararte que no soy el responsable de tu vida que tengo mi propia mochila a cuestas y que solo tengo una mano para darte, para estar a tu lado, acompañándote. Una mano que siempre estará a tu disposición. Esto se presentó como un punto a parte, no un final, que comenzó a materializarse desde aquel momento. Por el momento solo puedo decirte que hasta nuevo aviso estaré pensando en vos siempre, pero no completamente.



2 comentarios:

  1. Debo decir que... me he identificado mucho con el mono del cuchillo impune. Juego ese mismo papel, siempre lo he jugado... que veo ver como las otras personas sufren nuestras actitudes.

    ResponderEliminar
  2. Debo decir que me he identificado con el mono del cuchillo impune....que feo cuando uno se ve desde afuera esas actitudes que lastiman a otros!

    ResponderEliminar